Hace unas décadas atrás el mundo digital o de alta tecnología era sólo parte de las creaciones literarias encarnadas en clásicos como la Máquina del Tiempo, Odisea en el Espacio o en la Saga de la Fundación de Asimov. Ocupaba fundamentalmente el campo de la ficción, representando lo inalcanzable e inconmensurable. Por vías impensadas, lo que entonces era ficción, hoy se ha hecho parte de una realidad concreta, que abarca las más diversas esferas del quehacer humano, robusteciendo la acumulación de capital en sus más variadas formas. La era tecnológica en el siglo XXI ha penetrado de manera transversal a la sociedad y a la economía, impulsando no sólo la trasferencia de datos e información, sino también el desarrollo del comercio, la banca, la industria, la educación, la medicina y las ciencias, modificando en forma radical el interactuar de individuos, empresas y gobiernos y transformando mercados. Ha permitido reducir los costos de búsqueda, de replicar contenidos, de innovar, de instaurar la economía del aprendizaje, integrando a través de redes digitales a los consumidores y mercados del mundo.